Tengo 31 años y nunca he tenido relaciones, por temas religiosos he hecho algunas cosas con mi novio
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Tengo 31 años y nunca he tenido relaciones, por temas religiosos he hecho algunas cosas con mi novio como besarnos y tocarnos. Me siento muy mal porque me dejó porque no he querido tenerlas. Dice que ya estamos grandes pero yo siento que no estoy lista. Le dije vamos al cine pero el me dice que hagamos el amor y luego vamos al cine a cenar , me dió un ultimátum para el fin de semana y como le dije que no me terminó y me bloqueó. Cuál sería su consejo?
Hola. Creo que es válido y respetable tener una fe y buscar actuar acorde a dicha fe y a las creencias de la religión que se profese. Sin embargo, en ocasiones la manera en cómo se entienden ciertos preceptos también puede afectar la vida e imponer restricciones que limitan disfrutar de ciertos aspectos de la vida, como la sexualidad, lo que a su vez puede repercutir en las relaciones de pareja. Es cierto que nadie puede orillarte a tener relaciones sexuales pero también es cierto que la otra persona está en su derecho de querer tenerlas y buscar estar en una relación de pareja en la que puedan ocurrir. Mi sugerencia sería que explores en una psicoterapia tus ideas al respecto de la sexualidad, que puedas hablar en un espacio de confianza por qué no te sientes lista para ello, que puedas saber cuáles de tus pensamientos pueden estar limitando tu sexualidad o si es que tu quieres tener una vida sexual, o si no lo deseas, ver por qué, y quizá eso te permita llevar tus relaciones de otra forma. Sobre tu relación de pareja, también puede ayudarte el llevar una psicoterapia, ya sea para ver si es posible continuar o en caso de que sea definitiva la separación, a sobrellevar el proceso. Saludos.
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Mi respuesta no tendrá nada que ver con la religión, ni con la sexualidad. Mi punto de vista es que si tu pareja te pone un "ultimatum" te está agrediendo. No es posible que una relación de pareja pueda condicionarse con dicho tema sexual. Evalúa si vale la pena que te presionen de esa manera.
¿Como para qué edad estarás lista: a los 40, los 50 años? Porque a los sesenta ya no habrá actividad física en tu cuerpo que por lo que describes lo tienes aprisionado y sin expresión alguna. Estar en psicoterapia te podría ayudar a buscar por qué te escudas con supuesta religión que te impide tener "novio". Porque lo que describes es un amigo de escuela, no lo besas, no lo tocas, te incomodas si te hablan de coito. Entonces él tal vez no sea la persona que buscas para envejecer con ella. Podrías sincerarte y decirle que no te apetece, que no te gusta, que no te atrae. Y por otro lado ir al médico ginecólogo para que revise en un panel tus hormonas, tu calidad de la sangre. Porque para ser una adulta en sus treinta y tanto años estás actuando como adolescente, que es justo la etapa donde hay variaciones hormonales. ¡Suerte!
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Hay dos temas importantes que necesitan tu atención: primero, nadie debe darte un ultimátum para hacer algo que tu no deseas, no te sientes lista o simplemente no quieres; nadie puede estar por encima de tus deseos. Segundo ¿Para ti es un problema no haber iniciado tu vida sexual con una pareja independientemente de las razones que tengas para ello?
Lo importante es cuidar, pensar y cuestionarte a ti misma a fin de sentirte bien y ser consecuente con tus decisiones, un espacio de escucha en psicoterapia puede ayudarte en ello.
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La sexualidad es un tema que de manera innata despierta nuestra curiosidad. No solo debido a que se trata de una práctica natural y necesaria en tanto seres vivos, sino también porque a lo largo de la historia se la ha impregnado de juicios y etiquetas que han terminado por condenarla a lo prohibido, lo tabú.
Creencias limitantes vinculadas a la sexualidad
Vergüenza y culpabilidad
Vemos como en la mitología que predomina en nuestro inconsciente social, la judeocristiana, ya se contempla la sexualidad como la primera de las vergüenzas.
Al ser expulsados del paraíso, Adán y Eva tomaron conciencia de su desnudez e inmediatamente se taparon, escondiendo su sexualidad al considerarla pecaminosa.
Avergonzarse de su sexualidad fue, arquetípicamente, la primera consecuencia del pecado original. Es fácil intuir el simbolismo de este acto reflejo en la sociedad actual.
Al mismo tiempo, estar desnudos, uno frente a otro, sin culpabilidad, sin vergüenza, es una forma de volver a nuestra naturaleza más original, visitar aquel paraíso del que nos convencieron que fuimos expulsados.
La inhibición social de la sexualidad
Todos conocemos creencias limitantes acerca de la sexualidad, “solo puede ser disfrutada cuando se acompaña de amor”, “tan sólo debe usarse como medio para reproducirnos”, “quien lo hace mucho es tal cosa…”, “quien lo hace poco es tal otra cosa…”.
No hace tantos años que en los colegios advertían a los niños que, si se masturbaban, podrían quedarse ciegos, les saldrían pelos en las manos o incluso, ofenderían al mismo Dios.
Los beneficios de integrar la sexualidad
La sexualidad como parte de nuestro desarrollo personal
Precisamente, todas estas cualidades han hecho de la sexualidad una reserva de nuestra sombra. La sexualidad se ha convertido en una parte de nuestro ser que no debe ser mostrada y, por lo tanto, una faceta de nuestra personalidad casi desconocida a través de la cual podemos conocernos mejor.
La única forma de vivir una sexualidad inadecuada es usarla sin respeto hacia uno mismo o los demás, hacer lo que no se desea por complacer, vivirla como una obligación o como un medio de aceptación o reconocimiento.
La sexualidad es el medio a través del cual el ser humano puede vincularse íntimamente con uno mismo y con el otro. Es un espacio que requiere capacidad de entrega y rendición de las barreras de defensa.
Y para entregarse con confianza y permitirse el disfrute, es necesario que exista coherencia entre lo que creemos, pensamos y hacemos.
El método de la Reprogramación del inconsciente propone herramientas para poder desafiar cualquier creencia limitante que nos impida vivir nuestra sexualidad con gozo, paz y disfrute. La toma de conciencia es lo que permite no solamente el cambio individual, sino también lo que habilita el cambio cultural.
¿Te animas a descubrir qué te limita para permitirte disfrutar tu sexualidad y vivir una vida plena?
Te puedo apoyar en este proceso reservando un cita en línea o presencial... feliz día.
Creencias limitantes vinculadas a la sexualidad
Vergüenza y culpabilidad
Vemos como en la mitología que predomina en nuestro inconsciente social, la judeocristiana, ya se contempla la sexualidad como la primera de las vergüenzas.
Al ser expulsados del paraíso, Adán y Eva tomaron conciencia de su desnudez e inmediatamente se taparon, escondiendo su sexualidad al considerarla pecaminosa.
Avergonzarse de su sexualidad fue, arquetípicamente, la primera consecuencia del pecado original. Es fácil intuir el simbolismo de este acto reflejo en la sociedad actual.
Al mismo tiempo, estar desnudos, uno frente a otro, sin culpabilidad, sin vergüenza, es una forma de volver a nuestra naturaleza más original, visitar aquel paraíso del que nos convencieron que fuimos expulsados.
La inhibición social de la sexualidad
Todos conocemos creencias limitantes acerca de la sexualidad, “solo puede ser disfrutada cuando se acompaña de amor”, “tan sólo debe usarse como medio para reproducirnos”, “quien lo hace mucho es tal cosa…”, “quien lo hace poco es tal otra cosa…”.
No hace tantos años que en los colegios advertían a los niños que, si se masturbaban, podrían quedarse ciegos, les saldrían pelos en las manos o incluso, ofenderían al mismo Dios.
Los beneficios de integrar la sexualidad
La sexualidad como parte de nuestro desarrollo personal
Precisamente, todas estas cualidades han hecho de la sexualidad una reserva de nuestra sombra. La sexualidad se ha convertido en una parte de nuestro ser que no debe ser mostrada y, por lo tanto, una faceta de nuestra personalidad casi desconocida a través de la cual podemos conocernos mejor.
La única forma de vivir una sexualidad inadecuada es usarla sin respeto hacia uno mismo o los demás, hacer lo que no se desea por complacer, vivirla como una obligación o como un medio de aceptación o reconocimiento.
La sexualidad es el medio a través del cual el ser humano puede vincularse íntimamente con uno mismo y con el otro. Es un espacio que requiere capacidad de entrega y rendición de las barreras de defensa.
Y para entregarse con confianza y permitirse el disfrute, es necesario que exista coherencia entre lo que creemos, pensamos y hacemos.
El método de la Reprogramación del inconsciente propone herramientas para poder desafiar cualquier creencia limitante que nos impida vivir nuestra sexualidad con gozo, paz y disfrute. La toma de conciencia es lo que permite no solamente el cambio individual, sino también lo que habilita el cambio cultural.
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Hola, si consideras que no estás lista para compartir tu sexualidad con esa pareja, está bien que hayas sido coherente con ello, si la otra persona decidió también poner su propio límite y decir, si no las tengo para tal plazo se termina, también es válido. Aquí el punto es cómo retomar tu vida sentimental, integrando tu espiritualidad y sexualidad; los tocamientos y besos que te permitiste, te dieron goce y disfrute, está bien, aunque no hayas llegado a más, gozaste. Entonces, decidir cómo o en qué términos quieres vivir tu sexualidad, para así definir el tipo de persona, ejemplo con las mismas creencias religiosas, y establecer un para qué del noviazgo, porque ello va a definir todo lo demás. Definitivamente recomendable para usted la psicoterapia, para que retome su esfera psicosexual cuanto antes y lograr que sea más plena.
Hola.
Pienso que siempre y cuando tu postura sobre algunas cosas en la vida, como la religión o cualquier otra que involucre tus creencias, valores, etc., sea genuinamente porque tú y nadie más decide creerlo así, entonces hiciste "bien" en mantenerte firme en tus convicciones, aunque a veces no sea algo fácil.
Ahora que si en lo que crees no es por convicción propia, entonces creo que tener un lugar para la duda y hacer una re-evaluación de mis ideas, es algo sano.
Pienso que siempre y cuando tu postura sobre algunas cosas en la vida, como la religión o cualquier otra que involucre tus creencias, valores, etc., sea genuinamente porque tú y nadie más decide creerlo así, entonces hiciste "bien" en mantenerte firme en tus convicciones, aunque a veces no sea algo fácil.
Ahora que si en lo que crees no es por convicción propia, entonces creo que tener un lugar para la duda y hacer una re-evaluación de mis ideas, es algo sano.
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