Dr. Ayax N. Sobrino Saavedra

En una primera visita a la consulta de cardiología, el cardiólogo realiza una evaluación exhaustiva del estado de salud del paciente, con el objetivo de conocer su historial médico, detectar posibles problemas cardíacos y establecer un plan de diagnóstico y tratamiento adecuado. El proceso suele incluir los siguientes pasos: Entrevista médica (anamnesis): Antecedentes médicos personales: Se recopilan detalles sobre enfermedades previas, como hipertensión, diabetes, colesterol alto, problemas cardíacos previos o familiares, entre otros. Antecedentes quirúrgicos: Se pregunta al paciente sobre cualquier cirugía previa, especialmente aquellas relacionadas con el corazón o los vasos sanguíneos. Medicamentos utilizados en el pasado y actuales: El cardiólogo consulta sobre los medicamentos que el paciente ha tomado anteriormente o que está tomando actualmente, incluidos fármacos para la presión arterial, colesterol, diabetes, entre otros. Síntomas actuales: Se indaga sobre los síntomas que pueda estar experimentando el paciente, como dolor en el pecho, falta de aire, palpitaciones, mareos, fatiga, entre otros, para evaluar posibles signos de enfermedades cardiovasculares. Exploración física: Toma de la presión arterial: El cardiólogo mide la presión arterial para verificar si el paciente presenta hipertensión o alguna alteración relacionada. Medición de niveles de oxigenación (oximetría): Se utiliza un pulsioxímetro para medir el nivel de oxígeno en la sangre, lo que ayuda a evaluar la función respiratoria y la circulación sanguínea. Exploración física general: Se puede realizar una inspección y palpación del corazón y los pulmones, auscultación del tórax con el estetoscopio para detectar ruidos cardíacos anormales o soplos, y otros exámenes físicos según los síntomas y antecedentes del paciente. Pruebas complementarias: Electrocardiograma (ECG o EKG): Se realiza un electrocardiograma para evaluar la actividad eléctrica del corazón. Esta prueba permite detectar irregularidades en el ritmo cardíaco, bloqueos, signos de daño al corazón o problemas relacionados con la conducción eléctrica del corazón. Plan de diagnóstico y tratamiento: Con base en los antecedentes, la evaluación física y los resultados del ECG, el cardiólogo puede recomendar otras pruebas complementarias si es necesario, como análisis de sangre, ecocardiograma, pruebas de esfuerzo, entre otras. Dependiendo de los hallazgos, el cardiólogo podrá prescribir tratamiento o modificar el tratamiento actual, que podría incluir cambios en el estilo de vida, medicamentos, o en algunos casos, derivación a otros especialistas. Esta consulta inicial tiene como objetivo obtener un panorama claro sobre la salud cardiovascular del paciente, identificar posibles riesgos o condiciones preexistentes, y sentar las bases para un tratamiento adecuado.

Una visita de seguimiento en cardiología tiene como objetivo monitorear la evolución del paciente, evaluar la efectividad del tratamiento y ajustar cualquier intervención necesaria para optimizar la salud cardiovascular. Durante esta consulta, el cardiólogo revisa cómo ha progresado el paciente desde su última visita y verifica si han aparecido nuevos síntomas o si los existentes han cambiado. El proceso suele incluir los siguientes pasos: 1. Revisión de antecedentes y síntomas actuales: Evaluación de síntomas: El cardiólogo pregunta si el paciente ha experimentado algún síntoma nuevo o ha tenido cambios en los síntomas previos, como dolor en el pecho, dificultad para respirar, palpitaciones, mareos o fatiga. Esto permite detectar posibles complicaciones o quejas relacionadas con la salud cardiovascular. Revisión del tratamiento: Se verifica si el paciente está tomando sus medicamentos según lo indicado y si ha experimentado efectos secundarios o dificultades con el régimen. También se discute el cumplimiento de las recomendaciones de estilo de vida, como la dieta, el ejercicio y el control del estrés. Comprobación de factores de riesgo: El cardiólogo puede preguntar sobre factores que podrían haber afectado su salud, como cambios en la dieta, hábitos de ejercicio, consumo de tabaco o alcohol, entre otros. 2. Evaluación física: Toma de presión arterial: Se mide la presión arterial para asegurarse de que está bajo control. En algunos casos, el cardiólogo ajusta la medicación si los niveles de presión son más altos o más bajos de lo esperado. Medición de niveles de oxigenación: Se verifica nuevamente el nivel de oxígeno en sangre (a través de un pulsioxímetro), especialmente si el paciente tiene antecedentes de insuficiencia cardíaca, problemas respiratorios o trastornos pulmonares que podrían afectar la oxigenación. Exploración física general: Se realiza una revisión física breve, que puede incluir la auscultación del corazón (para escuchar ruidos anormales o soplos) y la evaluación de otros signos clínicos como hinchazón en los tobillos o piernas (edema), lo cual podría indicar insuficiencia cardíaca u otros problemas circulatorios. 3. Revisión de estudios previos y pruebas adicionales (si corresponde): Dependiendo de los antecedentes y los síntomas, el cardiólogo puede revisar los resultados de estudios previos, como un electrocardiograma (ECG), ecocardiogramas anteriores o pruebas de esfuerzo. Estos resultados ayudan a evaluar cómo ha cambiado la condición del paciente. En algunos casos, si es necesario, el cardiólogo puede ordenar nuevas pruebas, como un ECG para evaluar el ritmo del corazón, un ecocardiograma para examinar la función y la estructura del corazón, o análisis de sangre para medir los niveles de colesterol, triglicéridos, enzimas cardíacas o función renal. 4. Ajuste del tratamiento: Basado en los resultados de la evaluación clínica y los exámenes, el cardiólogo puede ajustar el tratamiento del paciente. Esto puede incluir: Cambio en la medicación: Si la presión arterial, el colesterol, o los síntomas no están bien controlados, el médico puede ajustar las dosis de los medicamentos o cambiar a otro tipo de fármaco. Recomendaciones sobre estilo de vida: Se refuerzan las recomendaciones de dieta, ejercicio, manejo del estrés y control de otros factores de riesgo (como dejar de fumar o reducir el consumo de alcohol). Derivaciones o pruebas adicionales: Si se detectan complicaciones o nuevas preocupaciones, el cardiólogo podría derivar al paciente a otros especialistas o solicitar más pruebas para investigar más a fondo. 5. Establecimiento de un plan a largo plazo: El cardiólogo trabaja con el paciente para establecer un plan de seguimiento que puede incluir consultas periódicas, la necesidad de realizarse nuevos estudios en el futuro y metas específicas de salud cardiovascular.

Acudir con el Pecho y abdomen Rasurado

Acudir con el Pecho Rasurado

Estudio de Estrés con Dipiridamol o Dobutamina

Acudir con el Pecho Rasurado

Evaluación Cardiovascular Preoperatoria en Cirugía no cardiaca La Evaluación Cardiovascular Preoperatoria de riesgos en adultos que están a punto de someterse a una cirugía electiva (que no sean procedimientos cardíacos y torácicos) implica la toma de historia, el examen físico (permite identificar el soplo de la insuficiencia mitral, )y los estudios diagnósticos de cardiologia realizados. Las pruebas adicionales más allá de la historia y el examen físico a menudo tienen un valor predictivo bajo para las complicaciones perioperatorias. Nuestros cirujanos necesitan por medio de un escrito una evaluación de riesgo pre-operatorio formal y que cuenten con una certificación, mejor conocido como valoración pre-operatorio. Como expertos experimentados en cardiología estamos capacitados para llevar a cabo una evaluación precisa y oportuna para medir los riesgos durante y después de realizar una cirugía. ¿Qué estudios son necesarios? Para llevar a cabo una evaluación de riesgo pre-operatorio es indispensable agendar una cita para generar los siguientes estudios: Biometría hemática completa Quimica sanguínea de 4 elementos Medir los niveles de oxígeno en la sangre Tiempos de coagulación (TP, TTPa) Radiografía de tórax Holter de 24 horas (en caso de presentar arritmias cardiacas) Los objetivos de la valoración pre-operatoria son: Identificar las comorbilidades y optimizarlas. Identificar el riesgo quirúrgico y minimizarlo. Reducir la mortalidad y las complicaciones perioperatorias. Elaborar un plan anestésico y analgésico adecuado. Identificar los pacientes que requieren cuidado crítico (como un aneurisma de aorta) o un manejo especial, ya sea pre, trans o posoperatorio. Explicar a los pacientes y a los familiares los riesgos de los procedimientos anestésicos, así como aclarar las dudas que puedan presentar y aliviar la ansiedad. Obtener el consentimiento informado. Comprometer a los pacientes en medidas preventivas como la reducción de peso, cese del fumado y su rol en el éxito del proceso quirúrgico. Conclusiones: El escenario de la evaluación cardiovascular preoperatoria genera un gran desafío para el especialista, no obstante, la decisión quirúrgica depende netamente del cirujano. Nuestro aporte es incrementar la seguridad del procedimiento minimizando las potenciales complicaciones pre-, peri- y postoperatorias. El punto clave en esta evaluación es definir si existe una enfermedad médica activa que lleve al aplazamiento indefinido de la cirugía hasta que se controle cada patología. Si no existe, es inapropiado devolver al paciente del acto quirúrgico planeado.